En auto por la isla Norte de Nueva Zelanda

Producto de las visas Work and Holiday y las Becas Chile, ya hay una buena cantidad de compatriotas que han tenido la suerte de vivir la experiencia «kiwi», y han vuelto hablando de un país y una cultura que parece demasiado perfecta para los que estamos al otro lado del Pacífico, pero que en cierta forma no es lejana a la realidad.

 

Monte Maunganui

Desde el Monte Maunganui

De vuelta desde Australia hicimos un stop de dos semanas con el objetivo de tomar un auto y lanzarnos a recorrer sin tanto itinerario ni planificación la isla Norte de Nueva Zelanda. Desde el avión ya impresionaba ver ese paño color verde intenso que dicen se parece mucho a la zona chilena de Osorno, y por lo menos la primera impresión así lo reafirma.

Auckland es una ciudad ordenada, con barrios residenciales de casas sin rejas, calles impecables y un toque british; su puerto turístico está a tan solo dos pasos de la avenida principal y su famosa Sky Tower se ve de todos lados y sirve de referencia para orientarse. La «ciudad de las velas», como le llaman por sus reconocidas condiciones para navegar, es constantemente comparada con Sídney y, si bien se puede decir que es una versión más pequeña de ésta, no deja de ser interesante de visitar. Auckland es, además, el mejor punto de partida para visitar Bay of Island, un lugar menos conocido por el público chileno pero de gran belleza natural e interés turístico.

Nueva Zelanda comienza a mostrarse tal como es inmediatamente después de salir de la ciudad: un país de pocos habitantes –tan solo 4,5 millones versus 16 millones de ovejas– con una población de edad avanzada producto de la importante fuga de gente joven principalmente a Australia, de espíritu inocente y gente bien intencionada, donde la sociedad que desciende de los colonizadores ha logrado convivir con los pueblos maoríes originarios. Si bien es cierto que desde el primer día esta relación no ha estado exenta de problemas, este país es un ejemplo de integración, y la cultura maorí es razón de orgullo nacional; solo basta ver a sus rugbistas haciendo el Haka para amedrentar a su rival antes de comenzar el partido. No dejan tampoco de impresionar las similitudes entre la raza Maorí y los pascuenses; después de todo, las migraciones que ocuparon Nueva Zelanda y la Isla de Pascua salieron del mismo punto, pero tomaron diferentes direcciones.

Naturaleza en Nueva Zelanda

Puro verde en NZ

Tras dos horas y media de viaje llegamos a Mount Manganui, una zona turística donde gran cantidad de chilenos van a parar en busca de trabajo durante las temporadas de vacaciones. Subir el monte que le da nombre al lugar es un paseo de un par de horas entre ovejas y helechos que son la marca registrada de Nueva Zelanda en el mundo. Desde la cima se obtienen vistas increíbles de la ciudad y de los parques que la rodean, además de apreciar ese color tan característico que tiene el mar de Tasmania. El aire es completa y totalmente puro, y la lluvia aparece y se va como si nada.

En la noche tuvimos la oportunidad de compartir un barbecue con un grupo de gente nacida y criada en distintas ciudades de la isla norte, y mientras nos contaban su historia nos dimos cuenta de que estábamos ante personas tan auténticas y sencillas como la gente del sur de nuestro propio país.

Un país hecho para el roadtrip

Seguimos camino al sur pasando por Rotorua y Taupo, lugares de gran interés turístico, especialmente el primero, donde los maoríes han montado una verdadera máquina experiencial de primer nivel para dar a conocer su cultura desde dentro, generando trabajo y riqueza para su pueblo. Por lo mismo es inevitable no pensar en lo que podríamos hacer con el pueblo mapuche y entender la gran cantidad de oportunidades que nos estamos perdiendo al vivir en constante confrontación. Rotorua, además, destaca por su actividad geotermal que hace recordar que Nueva Zelanda también es una tierra volcánica y está asentada sobre una falla que es la que ha causado terremotos de gran destrucción como el de Christchurch en 2013.

Wellington. Nueva Zelanda

Wellington

Desde Taupo a Hastings, nuestro siguiente stop, la belleza de la tierra se dejó ver con todos sus clichés: son cientos las postales que se pueden fotografiar con vistas profundas de campos con un perfecto verde y ovejas que miran curiosas el paso de los visitantes. Recorriendo en auto nos dimos cuenta también de que la infraestructura del país está hecha a la medida para eso; cada cierto tiempo hay lugares de descanso a la orilla de un río, con baños impecables y todo lo necesario incluso para parejas o familias que recorren en campervan, otra excelente opción que en este país es un producto tremendamente desarrollado.

Nuestro último punto en la isla norte, y desde donde cruzamos a la isla sur, es Wellington o Welliwood, como es conocido por el creciente desarrollo que ha tenido la industria cinematográfica con directores como Peter Jackson y grandes sagas como El Señor de los Anillos, filmadas casi en su totalidad en distintas locaciones del país.

Wellington hace recordar a Valdivia u otras ciudades sureñas por su bahía, su vegetación y algunas de sus construcciones, aunque a pesar de tener ese espíritu local, basta salir a descubrirla para darse cuenta de que de noche es una ciudad muy vibrante, con una gastronomía variada, tiendas vanguardistas y gente con mucha onda. Es impresionante la amabilidad de los locales con el visitante; no pasas dos minutos parado en una esquina con cara de despistado, cuando aparece una persona tras otra ofreciéndote ayuda para orientarte o queriendo explicarte cómo llegar a algún lugar.

Dentro de los imperdibles de la ciudad está el jardín botánico, al cual se puede llegar en Cable Car al estilo de San Francisco, para apreciar sus 25 hectáreas de bosques nativos y vistas únicas de la ciudad. Adicionalmente, una visita al museo Te Papa es sin lugar a dudas la mejor manera de entender el país desde los distintos ámbitos históricos y culturales. Es una joya de museo que tiene además, como gran atracción, el Colossal Squid, un calamar gigante de 500 kilos capturado por un bote pesquero cerca de la Antártica.

Actualmente, gracias al programa Work and Holiday y a las Becas Chile, hay excelentes opciones para vivir por un tiempo en esta isla. Es imposible no volver de Nueva Zelanda hablando de su cultura que parece demasiado perfecta para los que estamos al otro lado del Pacífico, pero que en cierta forma no es lejana a la realidad.

Lugar:

Nueva Zelanda

Intereses:

Parques Roadtrip

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