El mundo desde la cima del Everest

Para los chinos significa “la madre del universo”. Para los nepaleses, “la frente del cielo”. Para nosotros, la montaña más alta del mundo.

 

Siempre me ha emocionado la última escena de Antes de partir, esa película en que Morgan Freeman y Jack Nicholson se encuentran ya de viejos, enfermos y desahuciados, y emprenden una aventura para hacer todo lo que les faltó en la vida: lo que siempre quisieron, lo que no se habían atrevido y lo que ni siquiera sabían que añoraban.

En esa parte, justo al final, muestran la vista desde la cima del Everest, a exactos 8.848 metros de altura. Y lo que se ve es sobrecogedor: la inmensidad, la pureza, la grandeza del mundo y de lo natural. En un planeta en que el hombre está constantemente tratando de ganarle a todo, de empujar los límites y desafiar a la ciencia, la tecnología y la historia, ese hombre desafiante y soberbio queda mudo, inmóvil y por un instante se siente parte insignificante del mundo, y entiende que no somos casi nada y que hay veces en que la naturaleza tiene todo el poder y nosotros nada.

Ahí quiero ir, a Nepal. Para ver al menos por un rato cómo se ve todo desde más arriba de las nubes, desde el techo del mundo. Los chinos lo bautizaron como “la madre del universo”. En Nepal, en cambio, lo llaman “la frente del cielo”. Por estos lados los occidentales lo nombramos recordando a George Everest en honor a los trabajos topográficos que el geógrafo galés realizó en la zona.

Monte Everest, Nepal

El Everest tiene 8.848 metros de altura exactos.

Pero el Everest no está solo; de hecho, está totalmente rodeado por las montañas de los Himalayas, la enorme cordillera que también recorre Bután, China e India. La palabra está en sánscrito –se pronuncia como “jimaalaia” y se traduce como “lugar de la nieve”– y allá arriba están nueve de las diez montañas más altas del mundo, las famosas “ochomiles” a las que sólo algunos valientes se aventuran a llegar.

El camino

Siempre me gustó la palabra Katmandú. Debe haber sido la primera capital rara que me aprendí, cuando apenas sabía qué era Asia y no tenía idea dónde ubicar a Nepal. Desde Katmandú hay que llegar a Lukla, donde comienza el ascenso.

Lukla queda en la región de Khumbu, en el noreste del país, y es una de las tres zonas habitadas por sherpas en los Himalayas. A pesar de ser un pueblo a casi tres mil metros de altura habitado por menos de 300 personas, tiene una fama que ha trascendido fronteras por ser el punto de partida para todos los que se aventuran a acercase al poderoso Everest, ya sea llegando al campamento base o enfrentándose con todo a la gran montaña del mundo.

Campamento base del Everest, Nepal

Campamento base

El pueblo tiene un aeródromo al que llegan pequeñas avionetas con viajeros desde Katmandú. El viaje demora media hora, y una vez allí empieza la ruta al Everest. Son 62 kilómetros hasta el campamento base, pero recomiendan hacerlo en unos ocho o nueve días a paso lento, subiendo máximo 500 metros cada vez y tomando al menos cuatro litros de agua diariamente. Dicen que es pura cabeza, que con la compañía de un sherpa y siguiendo las instrucciones es perfectamente lograble para los principiantes.

Edward Cole, el particular personaje de Jack Nicholson en Antes de Partir, escribe en su lista “ser testigo de algo majestuoso”. Abrir los ojos y no ver nada más que ese espectáculo tiene que ser realmente majestuoso. En todo caso, yo me conformo con mucho menos que la última escena de la película. Creo que probablemente no sobreviviría una subida al Everest y nunca he sido, al menos hasta ahora, de esas personas que le quieren ganar a todo y se obsesionan con misiones medio imposibles. Me conformo con andar –paralizada por el miedo, por supuesto- en esa ínfima avioneta y sobrevolar los Himalayas; me conformo con conocer a los sherpas -“la gente del este” en idioma tibetano-, esa raza enigmática y sacrificada que por siglos ha habitado los valles que rodean las montañas más altas del planeta. Me conformo con tomar esa agua cristalina, probablemente la más limpia que existe y con probar el dal bhat, el plato nacional de sopa de lentejas con arroz. Me conformo con caminar horas sin hablar con nadie, con escuchar el silencio y disfrutar. Me conformo con tomarme un té mirando esos valles eternos escuchando mi disco favorito y escribiendo en un cuaderno los detalles de ver este sueño cumplido.

Lugar:

Nepal

Intereses:

Trekking

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