Dromomanía: el síndrome por el que no puedes dejar de viajar


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Si a veces piensas que eres adicto a los viajes, que no logras quedarte quieto en un lugar por mucho tiempo y que todo te llama a escaparte, quizás tengas esta patología.

 

Esto comienza con un viaje. Uno corto, de una o dos semanas. Al volver te das cuenta de que te quedaste con gusto a poco. El lugar del que hablaban en la revista del avión te quedó dando vueltas en la cabeza y no logras sacártelo de ahí.

Vuelves a trabajar. Puede que te paguen bien, o no tanto. La cosa es que tienes ese colchón de ahorros que pretendes usar en algo, aunque no sabes muy bien en qué. Antes de viajar habías pensado invertirlo en un auto o en un pie para un departamento. Hasta que la revista del avión se te cruzó en el camino. Ahí todo cambió. Ahí te diste cuenta de que en realidad lo que quieres es gastarte la plata en viajar.

Entonces te conviertes en un dromomaníaco. Porque de ahí en adelante nunca más pudiste dejar de viajar.

Descansando en un bote

Si te contagias con este síndrome, no podrás parar de viajar

El síndrome de Olguita Marina

La definición de dromomanía –inclinación excesiva u obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro, según la RAE– inmediatamente nos recuerda el síndrome de Olguita Marina. Este personaje de la teleserie Sucupira era feliz junto a su amado don Segundo y todo en su vida parecía estar en armonía. Hasta que le venían los “ahogos”, que la hacían escaparse y desaparecer durante meses.

Probablemente un gran porcentaje de los viajeros nos identificamos con Olguita Marina. Caer en la monotonía y, de repente, ponerte a pensar hacia dónde va la cosa, qué quieres realmente para tu vida, es algo capaz de agobiar a cualquiera. Entonces te das cuenta de que salir de tu zona de confort y escaparte por algún tiempo –semanas para algunos y meses (o años) para otros– es la única solución para romper la rutina.

Olguita Marina

En el fondo, todos somos un poco Olguita Marina

Algunos deciden dedicar su vida completa a viajar. Como Jorge Sánchez, el español que a los 13 años se contagió con el síndrome dromomaníaco y nunca más se sanó; de hecho, hoy tiene 61 años, es el sexto viajero más importante del momento y está planeando su séptima vuelta al mundo. ¿Que cómo logra seguir viajando? Fácil. Busca cualquier trabajo –desde guía turístico hasta lavaplatos en un restaurante–, junta la plata y se va.

Otros, en cambio, deciden dejarlo todo por uno o dos años, e irse a recorrer el mundo por completo. Ya sea con lo ahorrado, con visas Working Holiday o con trabajos esporádicos, el único objetivo es conocer nuevos lugares e impregnarse con otras culturas.

Quienes no tienen este síndrome jamás van a entender a un dromomaníaco, pues nunca comprenderán que viajar se puede convertir en algo tan adictivo como el cigarro o el alcohol. Que por qué no sientas cabeza de una vez por todas, que por qué te gastas la plata en algo que no te retribuye nada tangible son críticas que tendrás que acostumbrarte a escuchar. Pero, en realidad, ¿qué mejor que invertir en algo que le va a hacer bien a tu alma?

Tranquilo, dromomaníaco, nosotros te entendemos.

Hispter con maleta

Los viajes no te retribuirán nada tangible, ¡pero le harán bien a tu alma!

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