Conociendo el salto Ángel

 

Un día me dieron ganas y partí a Venezuela –a pesar de todas las advertencias– para visitar una maravilla natural que siempre había querido conocer: el salto Ángel, la caída de agua más alta del planeta, ubicada en un parque de la selva venezolana único en su tipo. 

 

Tepuy en el Parque Nacional Canaima, Venezuela

Uno de los variados tepuys

Uno de mis tantos sueños era poder conocer el salto Ángel, la caída de agua más alta del planeta. Así que aproveché los diez días que tenía de vacaciones en la universidad y viajé a Caracas.

Al llegar pregunté en el aeropuerto si había algún avión directo al parque Canaima, pero el siguiente salía varios días después. Como quería llegar lo más rápido posible, tomé un bus hasta Bolívar, la ciudad más cercana, que resultó ser un viaje horrible, porque se descompuso el aire acondicionado y pasamos muchas horas de calor.

Al llegar rápidamente fui al aeropuerto para comprar un vuelo, pero estaba todo cerrado y la única opción era ir al día siguiente a las 6.30 AM y esperar para conseguir un cupo. No me quedó otra opción que dormir una noche en Bolívar y recorrer su pequeño pero pintoresco centro histórico.

Laguna Canaima, Venezuela

Laguna Canaima

A la mañana siguiente llegué temprano al aeropuerto en busca de ese cupo que me llevaría a Canaima, pero a los trabajadores del parque les dio por aparecer a las 8 de la mañana. Recién a esa hora supe que había disponibilidad para un vuelo que salía a las 11 AM.

Al pasar por seguridad me intentaron quitar el pisco, supuestamente porque no se podía llevar alcohol, hasta que el guardia me dijo: “Dame pasta” (¡con eso entendí todo!). Le puse unos bolívares en la maleta e hizo vista gorda, pudiendo llevarlo tranquilamente.

El avión era más bien una avioneta con capacidad para cuatro pasajeros, y tuve la suerte de que me tocara al lado del piloto, pudiendo admirar todo el paisaje durante el trayecto que fue prácticamente sobre pura selva intocada por el hombre. Volamos más o menos una hora hasta aterrizar en el aeropuerto del Parque Nacional Canaima.

Salto de agua en el Parque Nacional Canaima, Venezuela

Sintiendo la potencia del agua

El parque en temporada baja

Al llegar pagué la entrada al parque y, junto con ello, el tour para llegar al salto Ángel. Como era temporada baja había pocos hoteles abiertos y las opciones no era muchas.

El Canaima es uno de los parques más famosos de Venezuela, ya que contiene selva, caídas de agua y los famosos tepuys, unos cerros que suelen tener formas cuadradas y grandes acantilados que le dan un aire único al paisaje. En él vive una comunidad indígena que se preocupa por mantener lo más intacto posible su patrimonio natural.

Esa misma tarde nos llevaron a recorrer las cercanías de un poblado ubicado en los bordes de una laguna que a veces toma unos colores rojizos y que, sumando a la vegetación, le da un toque muy surrealista.

Cruzamos la laguna en canoa para llegar a unos saltos de agua que eran todo un espectáculo de diversión, ya que tienes que pasar por detrás de una cascada (hay que tapar la cámara porque quedas totalmente mojado) y te puedes bañar muy cerca de una de estas potentes caídas, sintiendo la fuerza del agua de cerca.

Salto Ángel, Parque Nacional Canaima, Venezuela

El salto Ángel en todo su esplendor

Y nos vamos al salto

Al otro día nos dirigimos al salto Ángel combinando caminata y navegación en canoa, atravesando sabana y selva. Navegamos durante casi tres horas por los ríos y a veces había que salir del bote para que éste pudiera cruzar por unos pasos con poca agua.

De pronto, a lo lejos comenzamos a verlo imponente cayendo desde la cima de un tepuy solitario. Nada se le igualaba alrededor a esta esplendorosa maravilla de la naturaleza. A medida que nos acercábamos podíamos verlo con más detalle, y yo sólo quería bajar del bote y aproximarme a él lo más posible.

Dejamos nuestras cosas en las hamacas donde dormiríamos y partimos de una a ver el salto más de cerca, caminando una hora hasta llegar a un mirador donde teníamos una vista privilegiada de éste. Si bien en época seca uno puede llegar a acercarse aún más –pudiendo incluso bañarse en una de las pozas que deja–, estábamos en época húmeda, y el caudal y potencia impedían acercarse más.

Lo bueno de ir en temporada baja es que casi no había turistas, por lo que prácticamente teníamos el salto para nosotros, pudiendo relajarnos por mucho rato alejados de todo ruido de hordas de turistas que suelen visitar en masa estos espectáculos de la naturaleza.

Ya de regreso al campamento nos dedicamos a descansar en nuestras hamacas tranquilamente, ya que al otro día saldríamos temprano de vuelta hacia el poblado, para después tomar la avioneta que me llevaría a Bolívar, desde donde continuaría mi aventura hacia el Caribe venezolano.

Estos días en el parque fueron únicos, rodeado de naturaleza virgen y maravillas naturales. En Canaima se puede arrancar de la realidad y volver en el tiempo rodeado de gigantes naturales y agua por doquier. Una experiencia única que contrasta con la realidad que pasa en Venezuela y que, por un momento, te hace olvidar dónde estás.

Lugar:

Venezuela

Intereses:

Parques Trekking

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