Conocí a la verdadera viajera en Malasia


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Me la había tatuado en la espalda soñando poder nadar con una de ellas en algún momento de la vida y sobre todo recorrer el mundo como ellas lo hacen.

 

La Viajera de Malasia

La Viajera de Malasia

Las tortugas siempre habían representado para mí el espíritu viajero. Son torpes cuando no están en la ruta. Lentas en su andar, taciturnas, silenciosas, algo nostálgicas. Sin embargo cuando viajan, cuando están en el mar, pareciera que volaran alcanzando velocidades de hasta 35 kilómetros por hora y con un sentido de la orientación que pocos poseen en la naturaleza. Están en su hábitat, en su elemento. La tortuga solo fluye cuando está viajando.

Estos reptiles son parte del selecto grupo de animales que más transitan por el globo, recorren grandes distancias conociendo mares y latitudes del mundo, pero con una característica que era la que a mí me identificaba: por más lejos que fueran, siempre volvían a la playa en la que nacieron. Independiente de lo exploradoras, su sentido de la ubicación las llevaba a ese hermoso lugar donde por primera vez se asombraron con el mundo. Las tortugas eran unas nómades que no olvidaban el hogar.

Tatuaje y playas

Tatuaje y playas

Mi conexión con las tortugas

La primera vez que hice un gran viaje fue cuando me fui por algunos meses donde una familia alemana mientras estaba en el colegio. Fue sin duda una de las experiencias más hermosas que he vivido, pero la más dura. Acostumbrado al calor del hogar me sentía feliz siendo viajero, pero extrañaba “mi playa” de nacimiento. Nada funcionaba como me lo habían enseñado. Fue mi primera gran salida de la zona de confort.

Con los años los viajes se sucedieron mucho más seguidos, pero nunca logrando el desapego. Sin importar cuan largo o lejos fuera el destino, el hogar siempre me haría un llamado. Como para las tortugas.

Nunca las había visto. No había tenido la oportunidad de cumplir ese sueño viajero. Y no era que no lo hubiese intentado. Estuve en Panamá, Costa Rica, Tailandia, Brasil entre otros países siempre con la finalidad de encontrarlas. No tuve la suficiente suerte. Tenía que planificarlo de manera más concreta. Tenía que nadar con ellas.

El encuentro con la tortuga

Me habían hablado de las islas Perhentian en Malasia como las mejores playas del mundo. Y no se equivocaban. Playas largas, cortas, turquesa, verdes, con olas o tranquilas. Con chiringuitos a la orilla del agua o tan solitarias que podrías estar tres días sin que nadie se apareciera. El verdadero paraíso para los amantes de la playa se encontraba en este par de islas ubicadas en la costa oriental de este país del sudeste asiático.

Sin duda las Perhentian eran un gran destino, pero mi verdadera motivación no consistía en sus increíbles playas si no que en un comentario que alguien me hizo mientras buceaba en Tailandia. “Si de verdad quieres ver tortugas marinas, en Malasia tienes 100% de probabilidades de verlas”. Quería conocer a las verdaderas viajeras de la naturaleza así que para allá me fui.

Mar en Perhentian

Mar en Perhentian

Salimos en un bote con un capitán que dijo ser la persona más rápido del mundo para detectar la presencia de este reptil. Pese a lo poco comprobable de la afirmación, confié en él y salimos con máscara y gualetas en busca de la viajera.

En medio de la nada el capitán detuvo el motor y me ordenó ponerme la máscara porque había visto la silueta de una tortuga. “Nos vamos al agua”. Ni siquiera lo pensé un segundo y con un nudo en la garganta de emoción salté al lugar indicado. Ahí estaba. A unos ocho metros de profundidad se alimentaba una gran ejemplar.

Aguantando al máximo la respiración me acerque lo más que pude sin incomodarla. Estaba cumpliendo mi sueño viajero en medio de uno de los paraísos de la tierra. Ahí estaba esa viajera que me miraba sin inmutarse. Ahí estaba mi sueño tan añorado y la razón por la que tatué mi espalda. La gran viajera de la naturaleza se mostraba con la calma y la sabiduría de quien ha recorrido el mundo.

Los que han cumplido sueños viajeros pueden entender la emoción de estar en el momento y lugar adecuado cuando lo que tanto aspirabas se convierte en realidad. Para ese capitán que día tras día veía tortugas, era simplemente otro ejemplar. Para mí en cambio era el primer encuentro con la viajera.

Lugar:

Malasia

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