Cómo el buceo se convirtió en mi nueva obsesión


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“La vida bajo del mar es mucho mejor que el mundo de allá arriba”. Sabias son las palabras de Sebastián, el cangrejo de La Sirenita, con las que concuerdo totalmente después de mi primera experiencia de buceo en Utila, Honduras. Sumergirme al fondo del mar y nadar entre corales, peces y cangrejos es un sueño que no se me había ocurrido, pero que ahora es mi nueva obsesión. Por Sofía Hidalgo.

 

En enero de este año partí a Honduras a trabajar en un voluntariado. Esperaba conocer más sobre este misterioso país, derribar mitos y entender su fama. También buscaba maravillarme con sus paisajes poco conocidos y explotados en comparación con otros países de la región. Así, mi primer destino fue Utila, el reino del buceo.

Dejarme sorprender

Luego de hacer las averiguaciones pertinentes de cuál sería el destino ideal para visitar en Honduras, taché la famosa isla de Roatán –con sus playas paradisiacas– y subrayé la vecina Utila, el paraíso de los divers (claro que eso no lo supe hasta llegar a la isla). Es que, a diferencia de Roatán, Utila está más enfocada en mochileros y jóvenes –de edad y espíritu– más que en el lujo.

Utila, Roatán y Guanaja forman parte del conjunto de las Islas de la Bahía de Honduras, siendo la primera la más cercana al continente, seguida por Roatán y luego por Guanaja, la más lejana.

Sin saber mucho más que eso, en La Ceiba tomé el ferry que me llevaría a mi nuevo destino. Lo bueno de no saber mucho a lo que se va es que la capacidad de asombro alcanza su peak. Después de 40 minutos tratando de imaginarme a dónde iba, comencé a visualizar la isla y su pueblo, un lugar lleno de casas coloridas con muelles y terrazas que salían al mar. A medida que nos acercábamos más pudimos escuchar los sonidos de la música, sintiendo los ritmos del reggae. Cuarenta y cinco minutos después el ferry bajó el ancla.

Utila, Honduras

En el ferry camino a Utila

Caminando fuera del puerto me bombardearon con panfletos de las distintas escuelas de buceo, la primera pista de que esta actividad era la movida central de la isla.

Luego tomé un tuk tuk que dejaba sonar el reggae desde unos parlantes conectados al celular del chofer. Ahí comprendí que este estilo musical es muy popular en la isla básicamente por su relativa cercanía con Jamaica. Íbamos a toda velocidad, esquivando a los peatones con el característico “tuk tuk” que crea la bocina del taxi. Así, en un dos por tres estaba afuera de Underwater Vision, uno de los hostales y centros de buceo más populares de la isla. En la entrada los divers me esperaban efusivos, mientras yo aún no lograba comprender dónde estaba.

Como sólo me iba a quedar un día completo, no alcanzaba a hacer el curso de buceo (pues duraba tres días), así que pregunté cómo me las podía arreglar para no perderme la actividad principal de la isla. La respuesta fue Discovery Scuba Diving, una experiencia que incluía un guía y dos inmersiones a no más de 12 metros de profundidad. Sonaba bien para mí, que no tenía idea de lo que era el buceo. Así quedó todo arreglado para partir a la mañana siguiente.

Bajo el agua

Zarpamos a las 7 AM con el equipo completo y la información básica clara. Con mi primera inmersión me di cuenta de que estaba desafiando las reglas de la naturaleza y lograba respirar bajo el mar. Con las primeras skills dominadas, ya estaba lista para nadar.

De a poco nos fuimos acercando a los corales y, de pronto, tres mantarrayas se acercaron a nosotros, mientras yo pensaba “si lo viste, cagaste”, pues ya no había vuelta atrás. El mundo de allá abajo era increíble.

Buceo en Utila, Honduras

¡Sueño cumplido!

Me encontraba buceando entre mantarrayas que nadaban con una elegancia sin igual, coloridos cardúmenes y, de fondo, la barrera coral. El instructor hizo una mímica (única forma de comunicarse bajo el agua) haciendo como si tocara una flauta, para mostrarnos a un pez flauta que nadaba en paralelo a nosotros. La aventura continuó así por media hora en la que cada pez y coral era más sorprendente que el anterior.

Pero, como no todo dura para siempre, el aire del estanque se empezó a acabar y tuvimos que comenzar el ascenso. En el bote la sonrisa no me la quitaba nadie frente a la insuperable emoción que sentí abajo. Si en algún minuto pensé que había perdido la capacidad de sorprenderme, estaba totalmente equivocada.

La segunda inmersión fue entre medio de los corales negros, una especie en peligro de extinción, principalmente porque se usan para hacer collares, pulseras, aros y todo tipo de accesorios, lo que de paso deja sin hogar a numerosas especies. Como no es algo que esté a la vista no nos damos cuenta del daño, pero es hora de hacer un alto. Los colores de los peces se intensificaban aún más en contraste con el fondo negro de los corales y el mar azul.

Y así llegaba el fin de mi mañana de buceo, pero no de mi experiencia, pues este fue el inicio de mi obsesión, la que me dejó decidida a aprender a bucear. Dos semanas después volvería para sacar mi licencia Open Water, la que me permitirá seguir descubriendo y sorprendiéndome con el mundo de allá abajo.

Muelle en Utila, Honduras

Utila es el paraíso de los mochileros

Lugar:

Honduras

Intereses:

Buceo

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