Sueño viajero con perritos huskies


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¿Qué se necesita para ser feliz durante el invierno canadiense? La respuesta es simple: nieve, un trineo y un grupo de huskies.

 

Soy amante de los animales, fan número uno de los perros y siempre busco adrenalina. Por eso, cuando me ofrecieron andar en un trineo tirado por perros en la provincia de Quebec (Canadá) no lo pensé dos veces. Era un sueño viajero con todas sus letras.

Se trata del mushing, un modo de transporte típico de los inuits –pueblos esquimales– y de los pueblos amerindios. Hoy es considerado un deporte pero, sobre todo, una entretenida manera de disfrutar la naturaleza y una oportunidad para conectarse con los animales.

Vista delantera de los seis huskies que tiran el trineo

Los huskies y, al fondo, yo

La aventura comienza temprano por la mañana, con temperaturas muy por debajo de los cero grados. La ropa,  por lo mismo, es fundamental: hay que vestirse por capas –yo aconsejo  reforzar con calentadores de manos y pies, que es lo primero que se enfría– para así dar calor al cuerpo.

Antes de comenzar la expedición, el guía nos enseña cómo doblar, frenar y dirigirse a los perros utilizando solo tres instrucciones básicas en francés: “vamos” (allez), «más lento» (doux) y «alto» (wooo). Girou fue nominado nuestro perro guía, el más fuerte y experto de todos.

Luego de recibir un par de instrucciones de seguridad, vamos a buscar uno a uno al resto de los huskies a sus casitas. A pesar de que son muchos, los presentan a cada uno por su nombre, la mayoría de origen francófono.

Los trineos son conducidos por seis perros, ubicados estratégicamente según sus capacidades. En ellos normalmente viajan dos personas (uno conduce y el otro va dentro del trineo envuelto en una mantita por el frío) que pueden alternarse en la mitad del camino.

El que maneja debe preocuparse de mantener una distancia prudente entre un trineo y otro, y nunca adelantar. Aunque en un principio da un poco de nervios, luego te das cuenta de que los perros hacen todo el trabajo. Uno simplemente se deja llevar.

Lanzarse a toda velocidad

Los perros, ya en posición, ladran y aúllan al unísono. Están ansiosos por comenzar la carrera. En el momento en que el guía grita “mush”, todos los perros empiezan a correr. Tras un “allez, allez Girou!” comienzas a descubrir una de las mejores vivencias que existen en esta parte del mundo.

Vista de los huskies y los demás trineos

El paisaje… ¡digno del Polo Norte!

La experiencia de andar en un trineo de perros es única: la adrenalina que da la velocidad mientras el aire gélido golpea tu nariz, la sensación de sumergirse en un paisaje de infinitos campos de nieve, bosques y lagunas congeladas, y el silencio semiabsoluto del entorno, lo hacen único.

A medida que cruzamos este blanco paraje como si estuviéramos en el Polo Norte, la temperatura comienza a descender rápidamente. Tras un “wooo”  y pisar fuertemente el freno, los perros se detienen. Es hora de una merecida pausa.

En una tienda calefaccionada nos esperan con galletas rellenas con arce que untamos en un reponedor chocolate caliente. El cuerpo lentamente comienza a recuperar su temperatura. Retomamos la marcha: ahora es la oportunidad de conducir para los que iban acostados.

Terminada la actividad, llevamos a cada uno de los perros de vuelta a sus casas, no sin antes premiarlos con una galleta. Es el momento, además, para acariciarlos, conocer un poco más de sus vidas, y regalonear a los nuevos cachorritos que se unen a la familia.

El equipo nos entrega un diploma de participación y un CD con imágenes de la aventura, ideal para quienes no tuvieron la oportunidad de sacarse fotos en el trayecto. De todas formas, éstas nunca harán justicia a la experiencia única de andar en un trineo tirado por perros.

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