¿ Aurora boreal ? I’m in
Llevábamos tres horas esperando que una luz apareciera sobre nosotros. Y, cuando casi nos dimos por vencido, dos, tres, y hasta cuatro rayos comenzaron a bailar en el cielo. Eran las northern lights. Por Camila Werner.
La primera vez que escuché el término ‘aurora boreal’ fue en La Tierra, un documental que narra las historias de tres especies de animales y el impacto del calentamiento global sobre cada una de ellas. No fue hasta que mostraron la aurora boreal en la Antártica que me dije: “Eso no puede ser cierto, y si lo es, tengo que verlo”. Desde ese momento me adentré en una exhaustiva investigación sobre este fenómeno, situándolo en el nº1 de mi bucket list.
Descubrí que el lugar más cercano para verla en Europa era Noruega. Las opciones eran Tromsø e islas Lofoten, pero opté por la primera.
La llegada a Oslo me dejó un poco desilusionada. “Igual que Alemania”, pensé. Aunque la gente era muy cordial y estaba siempre dispuesta a ayudarme en un inglés perfecto, siempre lo hacían con distancia. Sin embargo, Tromsø sería distinto.
Fría bienvenida
Me había quedado dormida y, cuando abrí los ojos, miré por la ventana del avión que me llevaba desde Oslo a Tromsø. No lo podía creer. Era como estar en las tierras del viejito pascuero. Veía la ciudad de lejos, con todo nevado y llena de hermosas casitas sureñas totalmente blancas. Parecía un cuento.
Al bajar del avión sentí un escalofrío; las temperaturas eran notablemente más bajas que las del invierno mediterráneo de Barcelona.
Eran alrededor de las 11 AM y decidí salir a perderme por la ciudad. Los pies se me hundían en la nieve provocando un exquisito crujido con cada pisada: estaba en mi salsa. Pocas horas después comenzó a oscurecer, apareció una increíble luna llena y la ciudad se veía completamente iluminada.
Al llegar a la oficina de turismo, y con un folleto en mano con 50 expediciones sobre las northern lights, decidí tomar una con un grupo pequeño, que incluyera comida. La noche estaba despejada y todos decían que las probabilidades de verla eran altísimas.
Un espectáculo perfecto
El tour comenzó puntualmente a las 19 horas y nos llevaron a un sitio realmente increíble. Anna, nuestra guía polaca, nos enseñó cómo sacarles fotos a las luces. Después de comer ya habíamos pasado tres horas esperando que aparecieran las auroras y empecé a desesperarme. Un cielo perfectamente despejado, ninguna nube y una luna maravillosa nos acompañaban, pero ni señales de la aurora boreal.
Cuando estábamos dándonos por vencido, Anna nos dice: “Las luces están más al sur, si quieren intentamos manejar hacia allá”. Sin pensarlo dos veces lo hicimos y, ya a medio camino, recuerdo que gritó: “¡Tenemos algunas luces!”. Saltamos todos de la van y miramos al cielo. Una tímida luz blanca, parecida a una nube, apareció. “¿Y esto es todo?” pensaba yo, a punto de llorar.
De pronto, sin previo aviso, no solo uno sino dos, tres, y hasta cuatro rayos comenzaron a bailar en el cielo. Eran como cuchillos que suavemente bajaban desde el cielo mientras cambiaban de color variando entre verde, blanco y lila.
El frío pasó a segundo plano. Me tiré en la nieve y solo disfruté. Las luces estaban dando el mejor show del inicio del año, según nos dijo Anna. Luces por aquí, por allá, coronas y espirales formaron la mejor aurora boreal que me podría haber tocado.
Dejé la mente en blanco sin poder creer lo que estaba viendo. Por fin había tachado el nº1 de mi bucket list.