Año Nuevo en Berlín (con amenaza de ataque terrorista)
El Año Nuevo siempre es una de las fiestas más esperadas. Con un tremendo carrete aprovechamos de despedir lo viejo, dando paso a lo nuevo. Después de 23 años de pasar esta celebración con mi familia, este sería el primero sin ellos y fuera del país… ¡en Berlín!
Mi mejor amiga, Esperanza, se fue de intercambio a Holanda por seis meses. Acostumbradas a ser compañeras de viajes, sin pensarlo dos veces mi plan al terminar la universidad y la práctica era hacer un eurotrip con ella. Aunque la idea era pasar Navidad con ella, los pasajes estaban carísimos, así que llegaría para Año Nuevo. Estábamos felices. Algunos nos decían que fuéramos a Londres, otros a París o a España, pero finalmente nos decidimos por Berlín.
La gran amenaza
Berlín es conocida como la ciudad del tecno, el carrete desenfrenado, la buena música y los lugares únicos. Con esa información ya teníamos un par de ideas para recibir el Año Nuevo, así que pasaríamos las doce en la Puerta de Brandeburgo para después irnos a algún carrete.
Teníamos un grupo más o menos armado, con amigos de la universidad de Esperanza y Caro, otra amiga que estaba viajando con nosotras, y unos alemanes que vivían ahí. Hyte, Tressor u otro lugar electrónico hipster underground nos esperaba. Y, aunque la entrada costara alrededor de treinta euros y existía el mito de que los alemanes discriminaban por apariencia, nos daba lo mismo.
Hasta que leímos lo que menos esperábamos.
“Berlín refuerza seguridad ante amenaza terrorista de Año Nuevo”. Espe, Caro y yo nos miramos las caras. No podía ser que nos pasara eso, que una amenaza de atentado nos echara a perder nuestra celebración. En las noticias dijeron que habría más de 900 policías en la Puerta de Brandeburgo, sobre todo después de lo que pasó en Francia, pero igual nos dio un poco de miedo. A cada rato se escuchaban explosiones y, aunque eran fuegos artificiales caseros, no podíamos dejar de imaginar lo peor.
Lo que no esperábamos
Frente a este escenario, el 31 nos levantamos un poco indecisas. Por la noticia del posible atentado no teníamos nada armado (sólo las ganas de pasarlo bien), y con el grupo de extranjeros y chilenos con los que íbamos a pasar esa noche buscamos algunas opciones. De repente los planes comenzaron a cambiar para bien. El hostal donde alojábamos tenía un bar que siempre estaba lleno y ese día harían un pre new year eve party, con una fiesta que empezaba a las cuatro de la tarde.
Llegaron dos amigos canadienses y nosotras comenzamos a celebrar con piscolas y shots de Jägermeister, prendidos con la música y buena onda del lugar. Llegaron otros chilenos, así que junto a un amigo alemán de la Espe terminamos armando el carrete. Todos bailaban y se reían, y en el bar ya estaban todos celebrando lo que se venía. A las once, en vez de ir a la Puerta de Brandeburo, nos fuimos a Alexanderplatz, una esquina muy concurrida en Berlín. Mientras todas las personas esperaban las 12, también lanzaban algo parecido a los fuegos artificiales. Nosotros ya estábamos en shock… ¡todo era increíble!
Funf, vier, drei, zwei, eins… Frohes neues Jahr!!!! Feliz año nuevo!!!! A las doce nos abrazamos entre todos, miramos los fuegos artificiales y corrimos para todos lados sintiendo una atmosfera de felicidad única. Fueron veinte minutos de ver el cielo y grabar todo lo que estaba pasando, con una amenaza de atentado que pasaba a la historia… ¡menos mal!
El amigo alemán de la Espe sabía todo lo que se podía hacer ese día. Nos subimos al metro, conversamos con muchas personas y, de un minuto para otro, estábamos haciendo la fila para entrar a Ritter Butzke, una casa de tres pisos convertida en disco cerca de Kreuzberg, el barrio artístico de Berlín. Al entrar nos encontramos con una verdadera fiesta alemana, lejos de los lugares “tradicionales” como Tresor o Hyte.
En el Hippie New Year había más de 15 DJ’s en escena y cuatro ambientes. Aunque a veces parecíamos sardinas entre tantas personas, estábamos en una fiesta realmente local. Bailamos hasta las 7 AM y, a pesar de que no tuvimos una cena de Año Nuevo como todo el mundo, estuvimos lejos de nuestras familias y vivimos una amenaza de atentado terrorista, lo pasamos bien igual.
Al final no hicimos nada de lo que habíamos programado ni tampoco hubo bombas. Todo lo que hicimos surgió a última hora, lo cual seguramente nos hizo pasar un Año Nuevo mucho más intenso y lleno de cosas buenas… ¡Que venga el 2016!
PD. El 1 de enero no me pude mover de la cama… ¡Los alemanes beben alcohol en exceso, sobre todo cuando celebran el Año Nuevo en Berlín!