Airbnb: un hogar en el mundo

 

A pesar de que funciona desde 2008, recién fui a probar Airbnb en 2014 durante mi paso por Venecia. La experiencia no podría haber sido mejor.

 

Gran Canal de Venecia

Gran Canal de Venecia

Venecia era la parada que seguía después de Roma. Y, aunque la capital italiana no me gustó tanto, el hotel en el que nos quedamos junto a mi pololo Felipe nos había dejado la vara alta. Era nuevo, no podía estar mejor ubicado y, más encima, pagamos precio de lanzamiento.

En Venecia nos juntaríamos con los Marianos (mi prima Mariana y su marido Mariano). Habíamos dejado el alojamiento en sus manos y sólo sabíamos que lo habían conseguido a través de Airbnb, una herramienta que yo no había usado hasta ese entonces.

Cuando llegamos a la Stazione di Venezia Santa Lucia, los Marianos ya llevaban un día en la ciudad y nos estaban esperando en la estación para llevarnos a la casa. Caminamos un rato entre canales, cruzando puentes y metiéndonos por callejones, hasta que llegamos al barrio de la Santa Croce.

Como buen primer acercamiento a Venecia, me pareció el trayecto más enredado del mundo, y no entendía cómo mi prima y su marido habían logrado llegar a la casa. “El dueño nos fue a buscar a la estación”, nos dijeron. Tiempo después, viendo el perfil de Marcello (nuestro anfitrión) en Airbnb, me di cuenta de que es algo que siempre hace para darles la bienvenida a sus huéspedes, y para enseñarles el camino hasta la casa.

Callejuela en Venecia

La entrada a la casa. Crédito: Airbnb

¿Qué hay detrás de esa puerta?

Una vez en Santa Croce nos metimos por un callejón del ancho de mi maleta. Justo ahí estaba la entrada a la casa.

Nunca pensamos que una puerta tan discreta escondería un espacio tan grande. La casa de Marcello tenía tres pisos: en el primero estaba el baño, el comedor, la cocina y la logia. En el segundo, una enorme sala de estar con una cama de dos plazas y un computador con internet, al que nos dio acceso libre. En el último piso estaba la pieza principal.

Nos instalamos e inmediatamente salimos a dar una vuelta. A unos metros de la casa había una plaza llena de familias venecianas, un almacén, una panadería y varias tiendas chiquititas. Estaba claro que no era una zona turística y rápidamente nos dimos cuenta de que no podríamos haber elegido mejor.

Casa en Venecia

Nuestra casa. Crédito: Airbnb

Al día ya sabíamos perfectamente cómo regresar a la casa. Y, lo mejor de todo, es que volver a ella no fue como cuando llegas al hotel después de un día agotador. La casa de Marcello era el lugar en el que queríamos estar; pasamos horas en su cocina tomando cerveza, me costó 30 segundos acostumbrarme a la cama y el barrio ya era mi barrio.

Marcello estuvo constantemente preocupado por nosotros. Se whatsappeaba todos los días con Mariano para saber cómo estábamos y si necesitábamos algo. Y es algo que suele hacer con sus huéspedes; basta con ver los comentarios que ellos le han dejado en su perfil de Airbnb.

¿Qué concluyo? Que no hay experiencia mejor que la local. Que la confianza de que alguien te deje su casa en tus manos no tiene precio. Y que, si algún día llego a tener una casa que me lo permita, feliz recibiré a viajeros de todo el mundo e intentaré hacerlos sentir especiales como Marcello nos hizo sentir a nosotros.

¿Cómo ser anfitrión?

Para recibir gente en tu casa debes publicar un anuncio en este link con el precio y los requisitos que tú quieras, pues Airbnb te da la libertad de exigir lo que estimes conveniente. Lo entretenido es que puedes comunicarte con el huésped y decidir si quieres o no recibirlo dependiendo de su perfil y de las evaluaciones que ha recibido.

Plaza en Venecia

El barrio de la Santa Croce. Crédito: Aribnb

Lugar:

Italia

Intereses:

Gente

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