10 cosas que ponen mal genio a cualquier viajero

 

Porque nunca es grato que llueva la semana de vacaciones completa ni tener que esperar cinco horas a que te pasen la pieza de tu hotel.

 

Los viajes siempre parecen perfectos cuando los imaginamos. Sin embargo, hay pequeños detalles capaces de enfadar hasta al viajero más zen de todos. ¡Mira este listado y cuéntanos si has sido víctima de alguno de estos malos momentos!

1. Darte cuenta de que tienes el pasaporte vencido un día antes de partir

O la cédula de identidad o la visa, todo es igual de terrible. Lo que podría haber sido un viaje perfecto pasa como una película frente a tus ojos, y lo único que podría salvarte es el conocido del amigo de tu amigo que trabaja en el Registro Civil, que, si le pasas un poco de plata, te puede tramitar lo que necesites en un par de horas.

2. Que te quiten la botella de agua en la aduana

No hay líquido que resista a los rayos x de los aeropuertos. O más bien a quienes los controlan. Te quitan la botella de agua que compraste afuera a $100, pero no hay problema si te subes al avión con una nueva, siempre y cuando la hayas comprado dentro de la zona de embarque… pero a $1.000.

Control de seguridad en un aeropuerto

No con mi botella

3. Viajar junto a un personaje desagradable

Ya habíamos hablado de esto, pero de vez en cuando es bueno recordarlo y hacer catarsis al respecto. El niño inquieto o llorón, el vecino que te patea el asiento, el pasajero que ronca o el conversador son algunas de las pesadillas a las que posiblemente te enfrentarás durante tu vuelo.

4. Tener que esperar horas para hacer el check in en el hotel/hostal

Después de pasar una noche entera arriba de un avión, vestido con ropa de invierno –porque de donde vienes hacía frío–, resulta que llegas al lugar donde te vas a quedar, pero la pieza no estará disponible si no hasta las 13.30. Y son las 8.00. Lo único que te devolvería la dignidad en ese momento es una ducha, tu cepillo de dientes y una cama.

Pareja en un hotel

Una cama, ¿es mucho pedir?

5. Que no encuentren tu reserva

Hace meses que tenías el alojamiento pagado. Pero algo pasa con el sistema del lugar –ve tú a saber qué– y resulta que tu reserva no aparece ni por casualidad. Generalmente lo resuelven rápido, pero el mal rato partiendo el viaje no te lo quita nadie.

6. Olvidar algo fundamental en tu casa

De terrible a menos terrible: el cargador del celular, la cámara de fotos, los lentes de sol, el desodorante o el cepillo de dientes. Por más listas que hagas antes de hacer tu bolso, siempre habrá algo fundamental de lo que sólo te acordarás una vez que llegues a tu destino. Porque así es la ley de la vida.

Celular

Pena profunda si se queda el celular

7. Sentirte estafado por internet

Como cuando en la hermosa playa virgen que viste en Google no cabe ni un alfiler más; cuando el restaurante que tanto te habían recomendado en TripAdvisor en realidad cerró hace cinco meses; o cuando el hotel que tenía 8 puntos tiene las sábanas sucias, el baño con pelos y los rincones llenos de telarañas.

8. Encontrarte con cruceros o buses de turistas

Cuando pensabas que tenías la playa para ti solo, aparece un barco en el horizonte y poco a poco cientos de personas bajan en el muelle; de pronto tienes a cinco personas sentadas a menos de un metro de ti. O justo cuando ibas a sacar la foto perfecta del monumento, un grupo de turistas baja de un bus y se instala justo frente a tu cámara.

Playa llena de gente

En un momento estás solo y al otro esto…

9. Las canalladas del clima

Lo queramos o no, es imposible predecir el clima más allá de una semana. Así que, para irte a la segura, decides irte de vacaciones durante la temporada seca del destino. Sin embargo, al llegar allá recuerdas que existe algo llamado “calentamiento global” que te arruina tu semana de vacaciones completa con mucha, mucha lluvia. Por supuesto, el sol sale el último día.

10. Que te vean la cara

El mundo no es malo. Por el contrario, está lleno de gente buena. Sin embargo, siempre hay algunas personas que desentonan y tratarán de estafarte al darse cuenta de que andas viajando. Clásicos son el taxista que manipula la tarifa, el vendedor que pone un precio para turistas y otro para locales, y los que, frente a un pequeño descuido, te sacan todo lo que tienes en el bolsillo.

Ladrón

Los famosos «pickpockets»

 

Intereses:

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