Las cascadas de Springbrook, Gold Coast

 

Hay lugares en el mundo por los que vale la pena sangrar y entregar un poco de uno para recibir muchísimo más, una recarga de energía pura.

 

Tuve la suerte de vivir tres meses en la hermosa ciudad de Gold Coast, en la costa este de Australia. Famosa por sus 70 kilómetros de playa, los fanáticos del surf tienen donde regodearse, pero si nos alejamos de la playa y cruzamos la moderna ciudad, comienzan aparecer bosques de eucaliptus y manglares. Luego de media hora de conducción el paisaje ha cambiado completamente, ya estamos inmersos en la montaña y nos encontramos con una bella sorpresa: el Parque Nacional Springbrook.

Como ya les he contado antes, soy una amante de la vida al aire libre y de estar rodeada de naturaleza, mejor aún si eso incluye trekking. Gracias a nuestro Couchsurfing host en Gold Coast supimos acerca de este parque que tenía varias rutas de senderos; nos quedó dando vueltas en la cabeza hasta que finalmente un día tuvimos que arrendar auto por trabajo y contemplamos tenerlo con nosotros un día más para así poder conocerlo.

Parque Nacional Springbrook, Australia

¡Mi lugar favorito de Australia!

Llegamos muy temprano en la mañana con una mochila, agua, picnic y ropa cómoda, para comenzar el trekking de 17 kilómetros. Había visto algunas fotos del lugar en internet y ya sabía que estaba rodeado de naturaleza, pero al llegar tuve una prueba más de que la realidad siempre supera a la pantalla.

A poco andar nos topamos con la primera caída de agua de muchas más que vendrían ese día. El sendero en sí ya era toda una aventura; tuvimos que pasar por riachuelos, puentes y subir una que otra roca, esquivando además las pozas de agua que había dejado la lluvia el día anterior. Como no quería mojar mis zapatillas usé unos zapatos plásticos para agua, pero por sus pequeños agujeros sentía cómo entraba el barro por mis dedos; si bien ensuciarme jamás ha sido un problema, de pronto sentí que había algo más en mi pie. Lo único que pedía era que no fuera una araña. Con miedo me saqué la zapatilla y ahí estaba, negra, viscosa y succionándome mi preciada sangre, una sanguijuela. Felipe se espantó más que yo, retrocedió dos metros y desde lo lejos me gritaba “¡quítatela!”. No sé qué pensaba él, pero obviamente no me la iba a dejar como recuerdo. Afortunadamente no estaba tan adherida y sacarla fue bastante fácil. Pero la experiencia al mejor estilo A prueba de todo aún no terminaba, pues el ataque de las sanguijuelas hambrientas volvió en su máximo esplendor con dos nuevas chupa sangre, una en cada pie. Nuevamente con calma las retiré mirando asombrada la reacción de asco de Felipe, mientras yo me coronaba de valiente.

Parque Nacional Springbrook, Australia

Pasamos por riachuelos, puentes y rocas.

Era tiempo de que las sanguijuelas dejaran de comerme para ser yo la que se alimentara. Así que paramos a hacer un picnic en el cruce de dos ríos. El sonido del agua era lejos la mejor música que uno puede pedir; la fuerza de estas dos corrientes que chocaban la una contra la otra y la hermosura que tenía cada arroyo por su cuenta, me demostraban que a pesar de venir de dos lados diferentes de la montaña al juntarse creaban algo majestuoso, un solo río poderoso.

Almorzar envuelta en ese ambiente es lejos el restaurante más lujoso del mundo. El cantar de las aves, una gran roca como mesa y silla, el aroma de la tierra húmeda, una brisa suave y la mejor compañía. No podía pedir más, son esos momentos en la vida en los cuales me siento plena y afortunada.

Parque Nacional Springbrook, Australia

Las Rainbow Falls

De regreso encontramos el broche de oro. Ya habíamos pasado por al menos siete cascadas distintas hasta que nos topamos con una muy particular. Yo pensé que el camino se había terminado, que nos habíamos metido mal y teníamos que devolvernos, pero al avanzar un poco más nos percatamos de que el camino continuaba ¡dentro de la cascada! Debíamos pasar por un angosto sendero que iba justo detrás de ella, simplemente mágico; por un lado tenía la piedra musgosa y en el otro una cortina de agua cristalina.

Qué hermoso es sorprenderse y mejor aún si es la naturaleza quien te provoca. No esperaba encontrarme con un lugar así y hoy puedo decir que es mi lugar favorito de Australia.

Parque Nacional Springbrook, Australia

El sonido de la naturaleza, el aroma a tierra húmeda y la mejor compañía.

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