Tierra Santa, más allá de la fe
Crecí sin apego a ninguna religión, pero por algún motivo siempre ha sido un tema muy presente en mi vida. Hoy decidí que llegar a Israel con más preguntas que respuestas a buscar entre ruinas, historia y sagradas escrituras, va a ser mi próximo gran viaje.
Para mí siempre ha sido un tema la religión. Probablemente porque no me identifico con ninguna y porque me llama mucho la atención cuando la gente tiene una fe ciega y cree sin preguntarse muchas cosas. Es por eso que en general las manifestaciones religiosas de cualquier tipo me dan demasiada curiosidad. Al final muchos de los lugares más impresionantes del mundo tienen connotaciones religiosas o fueron construidos para honrar o recordar a algún dios, desde los templos budistas e hinduistas hasta la acrópolis de Atenas, la Basílica de San Pedro o las grandes construcciones de las civilizaciones americanas como la ciudad sagrada de Machu Picchu o las pirámides de los mayas.
¿Qué es la Tierra Santa?
Se entiende por Tierra Santa todos los sitios donde ocurrieron los hechos narrados en el Antiguo y Nuevo Testamento, como Israel, los territorios palestinos, Egipto, partes de Jordania, Irak, Siria, Grecia y Turquía.
Particularmente, hace varios años ya que tengo muchas ganas de conocer Israel. La religión judía me parece tan interesante que cada vez que conozco a alguien que la profese me instalo a preguntarle cosas. Dentro de Israel, mi sueño es conocer Jerusalén, el lugar más santo de la región, donde confluyen las tres grandes religiones monoteístas que hoy dominan en el mundo.
A pesar de que el centro económico de Israel es Tel Aviv, la capital y la ciudad más poblada es Jerusalén, donde el cristianismo, el judaísmo y el Islam están obligadas a convivir día a día, a veces no tan pacíficamente. Para hacerse una idea, todos los lugares considerados fundamentales para la historia de las religiones occidentales se encuentran dentro de la “ciudad vieja”, que está dividida en cuatro barrios: armenio (el más pequeño), judío, cristiano y musulmán (el más grande). El Monte del Templo y el Muro de los Lamentos para el judaísmo, la Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca para la religión musulmana, el Santo Sepulcro y la Vía Dolorosa para los cristianos, hacen que este sea uno de los lugares más sagrados del mundo.
Entre judíos, musulmanes y cristianos
Dentro del barrio judío está el Monte del Templo, el lugar más importante para el judaísmo. Se supone que fue elegido por el rey David para construir un refugio al objeto más sagrado de los judíos, el «arca de la alianza», que en un comienzo estuvo resguardado en el Templo de Salomón, destruido en el siglo VI a.C., y luego en el Segundo Templo, saqueado por los romanos el 70 d.C. Lo único que queda hoy de esta construcción, y lo que más me gustaría conocer, son los restos del famoso Muro de los Lamentos. El muro original medía casi 500 metros, de los cuales hoy la mayoría están tapados por edificios del barrio musulmán, quedando a la vista sólo los 60 metros en el barrio judío. Según cuenta la historia, cuando Judea fue conquistada por el Imperio Romano, Tito, el general al mando, ordenó dejar este trozo de muro para que los judíos no olvidaran jamás que Roma los había vencido. Para ellos, en cambio, significa la promesa de Dios de que siempre quedaría en pie un pedazo del templo original. Desde entonces han pasado casi dos mil años en que judíos de todo el mundo se reúnen a rezar en el lugar que para ellos es el más sagrado de la tierra.
El barrio musulmán tiene unos 22 mil habitantes que transitan cada día entre coloridos souks (mercados) y mezquitas. Sin embargo, los dos lugares fundamentales para el Islam se encuentran fuera de sus límites: la Mezquita de Al-Aqsa y el Domo de la Roca con su cúpula de oro, ambas construcciones del siglo VII, permanecen dentro de los límites del Monte del Templo. En pocas palabras, hoy este terreno es uno de los lugares religiosos más disputados del mundo, ya que judíos y musulmanes no pueden transitar libremente por él. Por supuesto, tampoco los visitantes.
En el centro del Monte del Templo está la Cúpula de la Roca. Los musulmanes creen que Mahoma ascendió a los cielos a reunirse con Dios desde la roca que está al medio de la cúpula. Aunque técnicamente no es una mezquita, sigue siendo desde su construcción uno de los lugares más importantes para el Islam, además de ser una de las obras de arquitectura más antiguas y mejor conservadas del mundo. La mezquita de Al-Aqsa es la más grande de toda la ciudad, con capacidad para recibir a 5 mil personas y, según la evidencia histórica, está construida sobre los restos del templo de Salomón original.
De todos lugares considerados sagrados por el cristianismo, unos 40 están dentro de los límites del barrio cristiano de Jerusalén. Quizás el más importante, ubicado en el corazón mismo, es la Iglesia del Santo Sepulcro. Según los evangelios, este es el lugar exacto donde tuvo lugar la crucifixión de Jesús, su entierro y posterior resurrección. Dentro de la iglesia se supone que se encuentra el calvario, el lugar exacto donde Jesús murió y su tumba vacía, desde donde habría resucitado. La iglesia fue edificada en el siglo IV d.C. y desde ese entonces es un lugar de peregrinación para cristianos de todo el mundo. Una de las calles por las que se accede es la Vía Dolorosa, que recorre la ruta que hizo Jesús durante su Vía Crucis. Nueve estaciones permanecen al aire, mientras que las otras cinco están dentro de la iglesia.
Más allá de Jerusalén
Justo en las afueras de la ciudad está el Monte de los Olivos, donde supuestamente ocurrieron algunos de los eventos más relevantes de las Sagradas Escrituras. Además alberga uno de los más grandes cementerios judíos, de unos tres mil años de antigüedad, con más de 150 mil tumbas. A 27 km está Jericó, la ciudad poblada más antigua del mundo, con unos 11 mil años de historia a cuestas, hoy ubicada dentro de los territorios palestinos. Ahí se encuentra el Monte de la Tentación y su espectacular monasterio mirando la ciudad desde un acantilado. Fue construido en el siglo VI supuestamente sobre la cueva donde Jesús pasó 40 días en ayuno.
Más allá de la fe, creo que este viaje es para encontrar; encontrar esplendor espiritual y cultural, encontrar vestigios históricos, encontrar otras formas de experimentar las religiones, otras formas de convivencia entre pueblos tan distintos, encontrar respuestas, o quizás más preguntas, para guardarlas y seguir viajando.