Ámsterdam entre humos y arte
La tierra de las libertades; piensa como quieras, haz lo que se te antoje. No molestes a nadie y nadie te molestará a ti. Es simple: vive y deja vivir.
Son las 11:30 AM. Doblamos en una esquina no muy concurrida del barrio Zaandam, un hombre en bicicleta nos escucha hablar español, nos saluda alegremente y pregunta: “¿Están buscando el coffeeshop?”, a lo que asentimos y nos indica el fondo de un callejón.
Entramos a un local algo oscuro y paff!!! como una cachetada en el rostro se siente el olor a marihuana. Nos atienden con la mejor buena onda; Felipe se queda en la barra y yo entro a investigar con toda la curiosidad explotando por mis poros. Me siento al fondo y observo a mi alrededor. Hay una mesa con tres amigos, cada uno armando un pito, otras tres personas fuman solas y un cuarto está pegado mirando el infinito. Se escucha 50 Cents con Eminem de fondo y un televisor muestra un programa sobre acuarios gigantes.
Parece una escena de una película de Tarantino, me imagino que cualquier cosa podría pasar. Pero nada pasa, realmente es un lugar normal y tranquilo, donde venden marihuana en forma legal, pagan impuestos y además es barato.
Pero bueno. Ya estamos aquí y no vine a ver el programa de acuarios. Es hora de fumar. Confirmado: me volé y estoy lista para salir a caminar por Ámsterdam y recorrer la ciudad como una local.
¿Es mi idea o están casi todos fumando? No puede ser que ese olor que me persigue sea yo. Me reviso y me doy cuenta de que mi chaqueta huele a marihuana, igual que mi pelo, mi cartera y mis manos. Pero no soy sólo yo, quien camina a mi lado, quien se me cruza en la calle, el que va en el auto, en la bicicleta, la pareja del frente, la señora con sus bolsas de compras ¡todos huelen a marihuana!
Desde otra perspectiva
En total Ámsterdam tiene 75 museos para todos los gustos. Los más famosos son el de Van Gogh, el Rijksmuseum, el Stedelijk de arte moderno, contemporáneo y diseño, la casa de Ana Frank y la casa de Rembrandt. También puedes encontrar museos de fotografía, cine y teatro. Incluso están los más singulares, como el museo de los diamantes, el de los microbios, el de la prostitución y el de la tortura.
Me pierdo entre las callecitas y puentes, y me topo con el primer museo de muchos que vendrán ese día. Entro a Stedelijk y recorro pasillos que me llevan por sillas famosas y mesas que me hacen viajar a los años 70; pinturas con cuadrados rojos, azules y amarillos hacen explotar mi imaginación. De pronto Andy Warhol ¿qué quiere decirme al repetir sus fotografías? Me quedo pegada unos largos minutos tratando de entenderlo. Creo que ya es hora de cambiar el estilo artístico.
Salgo en búsqueda de una nueva fuente de inspiración. Un letrero llama mi atención. Graffiti. New York meets the Dam es una exposición de arte callejero de los años 80 de la ciudad de Nueva York, mi vida no podría ser mejor en este momento. Me siento como si estuviera dentro de un vagón de metro abandonado, es la belleza del paisaje urbano.
Ya comienza a oscurecer y Ámsterdam de noche se tiñe de rojo. Recorro estrechos pasillos, las vitrinas ofrecen mujeres con atuendos para cumplir las más diversas fantasías. Este es el arte del sexo, de la oferta y la demanda. En las equinas veo hombres hablando con “amigos” imaginarios, que claramente han abusado de las facilidades y permisiones de la ciudad, donde encontrar cualquier tipo de droga es simple y viable.
Puede ser difícil comprender este tipo de sociedad despojada de privaciones, pero aquí no se ve vandalismo ni delincuencia. Es una ciudad donde puedes hacer lo que quieras y la mayoría elige vivir en paz, reciclar, andar en bicicleta y fumar marihuana.