Una visita a Angkor en bici

 

Angkor es un lugar que se suele recorrer en tuk tuk, pero gracias a los consejos de unos viajeros decidí hacerlo en bici y vivir una experiencia única, pedaleando todo el día entre templos. A pesar del calor y los mosquitos, es algo que me encantó y volvería a repetir. 

 

Bicicleta en Angkor

La bici que me acompañó todo el día

Me desperté temprano y aún era de noche. Por suerte había dejado de llover, así que, siguiendo los consejos de varias personas del hostal, decidí ir a Siem Reap en bicicleta y desechar la opción típica de ir en tuk tuk. Sin duda me motivaron los relatos de algunos viajeros sobre lo simple que era llegar y poder recorrer los templos tranquilamente.

Uno de los beneficios de ir en bicicleta es que tú manejas los tiempos, ya que puedes estar todo lo que quieras en Angkor y sus variados templos. Además, el arriendo de la bicicleta cuesta un dólar, comparado con los 10 o 15 que te cobra un tuk tuk (eso sí, la bici era muy vieja, de esas que salen en El Último Emperador).

Siguiendo las luces

Partí aun de noche, pasado primero por el supermercado para abastecerme de provisiones para el día. Al comenzar a pedalear, las instrucciones fueron simples: “Seguir a los tuk tuk”, lo que fue fácil pues eran muchos los que a esa hora se dirigían a Angkor Wat para presenciar el amanecer.

Amanecer en Angkor Wat

El amanecer desde Angkor Wat

Al salir de la ciudad no había ninguna luz en las calles, por lo que quedé en completa oscuridad guiándome solamente por las luces traseras rojas de los tuk tuk. A veces me quedaba completamente solo y a oscuras, así que seguía pedaleando hasta encontrarme con otro tuk tuk para no perder el camino hacia las ruinas.

Después de media hora llegué, pagué la entrada y me dirigí al lugar donde todos suelen presenciar el amanecer junto al templo central. Dejé mi bici estacionada junto a los muchos tuk tuk (había arrendado la bicicleta más barata por seguridad) y me instalé a esperar el amanecer.

De templo en templo sin parar

Ver el amanecer en Angkor Wat (el templo central) es uno de los principales atractivos de venir a estas ruinas, por lo que colapsa lleno de personas que quieren tener la mejor foto. Como andaba con bototos, opté por meterme a la laguna y sentarme en el barro; me picaron los mosquitos, ¡pero la vista que tuve del amanecer fue la raja!

Angkor Wat

¡Angkor Wat sin más personas!

Aproveché de no quedarme mucho tiempo mirando la salida del sol para comenzar a recorrer el templo central que estaba vacío, ya que todos seguían pegados con la escena. La sensación de soledad que había en los pasillos del templo fue algo que no pensé encontrar, y me relajé mirando los frisos; claro que 20 minutos después comenzarían a llegar las personas en masa.

Agarre la bici y rápidamente fui hacia Bayón, para poder admirar las famosas caras de Buda que decoran las torres de los templos. Nuevamente llegué antes que las hordas de tuk tuk, así que dejé mi bici, le mostré mi boleto al guardia y recorrí el templo. ¡En una de las torres hasta habían murciélagos!

Así estuve durante todo el día, de templo en templo quedándome donde quería y devolviéndome a varios que me habían gustado para contemplarlos mejor, siempre intentando evitar la horda de viajeros que los visitan, aunque claro, muchas veces me resignaba a aceptar que estarían llenos.

Buda en templos de Bayón

Caras de Buda en Bayón

Una de las cosas que se me olvidó llevar fue bloqueador solar, y en la tarde comencé a percatarme de lo rojo que estaba (por suerte llevaba un pañuelo que me había comprado en el centro de la ciudad), por lo que me tapé a lo ninja para poder seguir con el recorrido y no tener que quedarme en la sombra por un rato.

¿Cómo volver?

Comenzando el regreso la bicicleta empezó a darme problemas. No sabía si aguantaría o se rompería, por lo que estaba constantemente preparado para el impacto. Después de seguir el camino (que apenas recordaba por la oscuridad) entré a la ciudad, aunque poco tiempo después me di cuenta de que no llegaba a Pub Street.

Al preguntar me dijeron que había llegado al otro lado de Siem Reap. Sin duda que, entre tanta vuelta que hice cuando seguí a los tuk tuk, perdí un poco la noción de dónde estaba, así que me devolví. Después de unas cuatro consultas de dirección (muchas veces las personas no sabían inglés, así que me apuntaban a dónde ir) pude dar con Pub Street.

Mi experiencia en Angkor fue única. El fin de ir en bicicleta no fue ahorrar, sino netamente ir recorriendo a mi gusto. Aunque ir en tuk tuk tiene sus ventajas, como moverte más rápido entre templos, la libertad que me daba la bici sobrepasaba todos esos beneficios, por lo que si eres motivado y quieres recorrer a tu gusto ¡ya sabes cómo hacerlo!

Raíces de un árbol en Angkor

La hermosa combinación entre naturaleza y ruinas

Lugar:

Camboya

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